No deja de llamar la atención y cuando menos ser un hecho curioso el contraste que nos ofrece la mente humana y su desarrollo en campos tan básicos como, por ejemplo, la ciencia y la política. Si tomamos como muestra el ámbito de la agricultura, se puede observar nítidamente la disparidad en el desarrollo de estas dos facetas.
La tecnología como expresión práctica del desarrollo científico tiene una de sus expresiones más brillantes en el mundo agrícola, más concretamente en lo que se ha dado en llamar agricultura de precisión. Este modelo de agricultura consiste en utilizar los medios básicos de producción como semillas, abonos, agua, fitosanitarios, etc., ajustando su dosis a la posición dentro de una misma parcela. Dicho de otra forma, supone dar el paso de la dosis única por parcela a la dosis variable dentro de la misma parcela, lo cual supone una optimización de los medios de producción y el consiguiente aumento de producción y rentabilidad. Esto ya es una realidad en nuestros días gracias a la ciencia y el desarrollo tecnológico que se plasma en elementos como los sistemas GNSS, sobre todo el GPS, la teledetección mediante la cual transformamos los datos en información y ésta en decisiones agronómicas, el uso de satélites y drones, así como los índices de vegetación de los distintos cultivos. En definitiva, todo esto está al alcance de la mano de cualquier agricultor hoy en día.
Por otro lado, y frente a este prodigioso avance de la razón humana en el campo de la ciencia y la tecnología agrícola, nos encontramos con una política y economía agraria que ha sufrido una pobre evolución. No vamos a negar que, dentro del ámbito europeo, la PAC – política agraria común – ha supuesto una cierta ordenación en el desarrollo de las actividades agrícolas y el respeto al medio ambiente entre otras muchas cuestiones. Sin embargo, a nivel nacional y autonómico el desarrollo de la política y la economía es como mucho insuficiente, lo cual hace imposible la implementación de la tecnología existente en el trabajo y la actividad diaria del agricultor. Por mencionar una de tantas dificultades que lo impiden: cómo vamos a desarrollar y aplicar la agricultura de precisión en una comunidad autónoma como la nuestra, Castilla y León, donde la extensión media de las parcelas de cultivo es ridícula, en todo caso aquí habría que hablar de micro agricultura y no de agricultura de precisión, es como tener un bólido de Fórmula 1 para desplazarse por un camino rural. Bien es verdad que hay honrosas excepciones como zonas de la provincia de León entre otras. La solución es sencilla y todos la tenemos en nuestra cabeza: concentración o reconcentración parcelaria y modernización del riego en su caso. Esta idea tan simple y que está en cabeza de todos, parece ser que ha volado de la de nuestros dirigentes políticos, no se trata ni si quiera de que los agricultores se pongan de acuerdo, es incluso mucho más sencillo ya que nuestros políticos conocen y están familiarizados con términos como interés común, expropiación, real decreto ley, etc., aplicados a la construcción de nuevas autovías, líneas ferroviarias de alta velocidad, donde se cuecen muchos votos electorales, y sin embargo, no consideran adecuado ni rentable (electoralmente) aplicar estos mismos conceptos a la agricultura de sus zonas.
Somos capaces y tenemos la tecnología para hacer siembra, abonado, aplicación de fitosanitarios, incluso riego variable según las necesidades de cada zona de una misma parcela, y no somos capaces de poner los medios políticos y económicos para llevarlo a cabo.
Es triste a la vez que curioso observar estos claroscuros de nuestra mente, por un lado, el brillo de la ciencia y la tecnología, por otro, la cara oculta, la oscuridad y la complejidad de la política y las relaciones humanas, la ciencia avanza de manera brillante mientras que la política se arrastra de forma vergonzosa, y es que hoy en día, da la impresión de que es más fácil resolver un problema de física cuántica que dar los buenos días al vecino. Quizás todo sea más sencillo de lo que parece y la cuestión se resuelva con un poco de sentido común.