La rotación o alternancia de cultivos no es, ni mucho menos, un concepto actual y moderno, tampoco es un término simple que signifique únicamente un cambio de cultivo sin más. La política agraria comunitaria PAC nos obliga a rotar cada año sin ir más lejos. Ahora bien, hecha la ley, hecha la trampa, ya que – como veremos – rotar no significa únicamente cambiar de cultivo. Hacer rotación de cultivos en una explotación agrícola supone como mínimo, elaborar un plan de siembra a medio y largo plazo que tenga en cuenta no sólo los cultivos que se van a implantar cada campaña, sino también su naturaleza y conveniencia, así como los tipos de labores que conlleva, la organización de las mismas, los tipos de abono y la elección y aplicación de los herbicidas más adecuados.
Concretando, para realizar una rotación de cultivos como tal, hay que tener en cuenta por lo menos tres conceptos: Viabilidad, es decir que el cultivo sea posible en nuestra explotación; Criterio, rotar es cambiar en sentido estricto, sembrar trigo después de cebada no es rotar, es repetir cereal sobre cereal, una rotación posible por ejemplo sería: cebada-girasol-trigo-veza, donde se aprecia un verdadero cambio de cereal-oleaginosa-cereal-proteaginosa; por último, Beneficio, que a fin de cuentas es el objetivo principal de cualquier negocio y del agricultor en particular. Los beneficios que se obtienen con la rotación de cultivos son numerosos, estos son algunos de ellos:
En primer lugar, la rotación de cultivos conlleva una rotación y reorganización de la siembra, si sembramos cuatro cultivos diferentes en nuestra explotación como en el ejemplo (cebada-girasol-trigo-veza), no tendremos que realizar toda la siembra en otoño/invierno, ya que al tener girasol, parte de la siembra la realizaremos en primavera. También variamos la preparación del terreno para la siembra ya que veza, cebada y trigo se implantan con siembra directa o mínimo laboreo, mientras que el girasol requiere que la tierra esté labrada de adviento (invierno) para su implantación en primavera, si queremos hacer las cosas bien.
En segundo lugar, como todos sabemos, el abonado que requiere un cereal no tiene nada que ver con el abonado que lleva un girasol, ante la aportación de complejo en sementera más nitrogenado en primavera de un cereal, tenemos únicamente una aportación mínima de complejo en sementera en girasol si es que se llega a realizar, por no hablar de veza, que no ve abono en la vida.
En tercer lugar, una cuestión que cada vez está adquiriendo mayor relevancia es la reducción y escasez de materias activas – insecticidas y herbicidas fundamentalmente – permitidas para distintos cultivos, lo cual está provocando un fenómeno de resistencia de plagas y malas hierbas a la mayoría de fitosanitarios. Pues bien, el hecho de rotar minimiza este grave fenómeno de resistencia, ya que nos permite por un lado variar el momento de la aplicación evitando ciertas especies y sobre todo variamos de materias activas lo cual es fundamental para evitar la dichosa resistencia. Siguiendo el ejemplo: los herbicidas de girasol y trigo normalmente se aplican en distinta época y por otro lado, son completamente diferentes en cuanto a materias activas y formas de actuación.
Una última ventaja que se me ocurre de la rotación de cultivos es el hecho de espaciar las cosechas evitando el estrés y la reconcentración de las mismas en un corto espacio de tiempo, pero aún mucho más interesante es la diversificación de la cosecha. Es evidente desde un punto de vista meramente comercial que tenemos muchas más opciones y posibilidades de negocio gestionando cuatro cosechas (cebada-trigo-girasol-veza) que manejando únicamente una variable como puede ser cereal. La diversidad o diversificación normalmente supone oportunidad y riqueza.
En fin, teniendo en cuenta todo lo dicho, podemos concluir que rotar es sinónimo o algo muy parecido a beneficio. Rotar permite espaciar y organizar las labores, diversificar cosecha, ayuda a mejorar el control de plagas y malas hierbas y racionalizar el uso de abonos y fitosanitarios, cuestión tan de moda actualmente con conceptos como huella de carbono, trazabilidad, ecología, etc. En definitiva, hasta un niño sabe que un trigo produce mucho más cuando se siembra en barbecho o después de veza o girasol, que cuando se siembra después de cebada, avena o trigo otra vez.